Un pequeño dulce amargo...
"Al guerrero no le gustan los frutos demasiado dulces, por eso le gusta la mujer, pues hasta la más dulce tiene algo de amargura dentro de sí." Nietzche
viernes, 9 de enero de 2015
Por qué yo tampoco soy Charlie
lunes, 14 de noviembre de 2011
Certeza
lunes, 30 de mayo de 2011
Parafernalia
cerca
más cerca
no tanto, espera
para que deje de extrañarte
[aunque todavía no te extraño tanto
(eso espero, qué difícil sería extrañarte)]
Eres un adorno en mi vida
un adorno bonito, con flores y diamantina
eres las luces, el mar, la vida, el aire
eres
porque no creo que dejes de serlo,
[te va muy bien, lo juro]
eres
y ya.
¿Por qué escribirte?
Para ser
para que seamos
para no ser espacios en blanco
(son incómodos, como arena
te absorben y te vuelven nada)
para que en medio de nuestra infinitud
sepamos que somos igual de finitos
como el punto que termina las líneas de mis manos.
viernes, 22 de abril de 2011
Balas de aire
Cuando miré las nubes que se juntaban alrededor del sol no supe si preocuparme o enternecerme.
Cuando la pequeña gota se disgregó en miles de espejos luminosos sin que alguien hiciera algo, me pregunté: "¿qué pasó, quién se atrevió a asesinar la única muestra de cordura que quedaba en el mundo?"
Y una voz en mi interior me dijo: "Son las balas de aire. Las mismas que se disparan cuando las cosas salen bien; las mismas que hacen que, el día de hoy, sigas mirando al cielo"
sábado, 2 de abril de 2011
II. Vigilia
Hay gente que piensa que no puede rescatarme de mí misma, de lo que soy y seré hasta el final de mis días.
Soy miedo, soy sangre y entrañas que duelen, que lastiman; también soy corazón, lógica y desesperación. Soy vida, soy ganas, soy suerte, soy delirio, soy lo que más odian pero también lo que más aman en el mundo. Soy una televisión descompuesta, un animal herido que le aulla a la noche, un bote a punto de naufragar, un estandarte después de la conquista, una bandera blanca de tregua en medio de la guerra y la destrucción.
El mundo es lo mismo que yo, es lo que fui.
Fui cenizas, fui una colilla de cigarro desechada, fui lo mejor y lo peor que les pudo pasar. Fui envidia y coraje, gula y lujuria; fui olvido y recuerdo, fui un eterno retorno, fui lo que soy y lo que no seré, fui dos manos tocándose, fui un beso frente al mundo desechado por el alma.
Hay gente que siente que no podría rescatarme completa, que cree poder rescatar mi cuerpo, pero no mi alma. Hay gente que, en medio de su rescate, planea hundir mi cuerpo en un mar de lodo porque sabe que, a pesar del tiempo, no he aprendido a nadar...
domingo, 6 de febrero de 2011
I. Pesadillas
Hace años planeé una muerte digna, que me permitiera evitar el paso del tiempo, que me dejara escapar de esta realidad mía tan poco satisfactoria; quizá el dolor más grande para mí sería no lograr mis planes como quiero, permanecer en este mundo lleno de tristeza y lágrimas a pesar de mis vanos intentos de sucumbir. ¿Un edificio alto, una pistola, un veneno, sobredosis de drogas? Probablemente sea todo tan efímero que no podría despertarme de un sueño tan voraz, de este agujero negro que se come todo a mi alrededor.
El sudor que corre por mi frente, mis ojos cerrados ante la dureza de mi vida, de lo que pasa en cada milímetro de mi espacio; el vacío bajo mis pies, la sensación de vértigo, de la caída inminente; no despertar más de esta oscuridad que me llena de tristeza, la desesperación...
Y mis ojos se van abriendo poco a poco, sin urgencia alguna, como si quisieran darme una lección de vida... o de muerte.
martes, 28 de diciembre de 2010
La esencia del amor
Ahora me tomo la libertad de transcribir un fragmento, quizá uno de los más fuertes (y, para mí, más perturbadores) de Lolita, de Vladimir Nabokov. Es precisamente cuando Lolita ha logrado salvar lo poco que queda de su juventud; la visión de ella por parte de su adorador, Humbert, también ha cambiado, y solamente el amor (aunque degradado por la lujuria) consigue conservar la esencia de lo que Lolita es y lo que siempre será para su amante.
[…] Allí estaba mi Lo, con su belleza marchita, sus manos adultas y llenas de gruesas venas, sus brazos blancos con la carne de gallina, sus orejas lisas, sus axilas descuidadas. Allí estaba mi Lolita, definitivamente ajada a los diecisiete años, con aquella criatura que ya soñaba en su vientre con tener éxito en la vida, hacer mucho dinero y retirarse hacia el 2020 después de Cristo. La miré y la remiré, y comprendí, con tanta certeza como que me he de morir, que la quería más que a nada en este mundo. Ya no era más que el vago aroma a violeta y el eco, débil como el de las hojas muertas, de la nínfula con la que me había revolcado lanzando alaridos de pasión en el pasado [...] Lo que yo solía acariciar entre las zarzas enmarañadas de mi corazón, mon grand péché radieux, se había reducido a su esencia: un vicio estéril y egoísta, del que renegaba y al que maldecía. […] Insisto en que el mundo sepa cuánto quería a mi Lolita, a esta Lolita, pálida y profanada, con otra niña en el vientre, pero todavía con sus ojos grises, todavía con sus pestañas negras, todavía castaña y almendra, todavía mi Carmencita, todavía mía. […] Poco importaría que sus ojos se marchitaran hasta convertirse en los de un pez miope, que sus pezones se hincharan y agrietaran, que su pubis delicado, encantador, aterciopelado, joven, se ensuciara y desgarrara… aún así enloquecería de ternura con sólo ver tu querido rostro pálido, con sólo oír tu voz juvenil y ronca, mi Lolita.
¿Alguna vez alguien los ha amado a pesar de su alma desgarrada? ¿Alguna vez amarían a alguien con heridas tan profundas? ¿Le harían tanto daño a quien más aman en el mundo?