lunes, 14 de noviembre de 2011

Certeza

Dicen los que saben que un día desperté y ya no estabas a mi lado; que me puse a correr como una loca por la casa vacía de tu recuerdo. También dicen que, al no encontrarte, regresé a mi cama y me recosté. De ahí nadie pudo moverme.

Dicen los que saben menos que los días transcurrieron en la más completa miseria, que los días y las noches estaban destinados al abismo, que el frío de la habitación heló por completo la casa y todos los que estaban a mi lado salieron sin percatarse de lo que pasaba conmigo. También dice que me quedé con los labios morados por la temperatura y secos a falta de compañía.

Dicen los que me vieron por la ventana que nunca me moví, que se convencieron de que vivía porque mi reflejo seguía en el espejo y porque el vaho de mi respiración empañaba las ventanas de todo el lugar y ellos me veían porque no me podían ver.

Dicen los que me oyeron que mis sollozos les permitían saber que seguía ahí; también dicen que mis lágrimas sonaron cuando me quedé sola esa mañana y que sonaron más cuando todos decidieron que tenía que estar sola para que mis demonios volaran por la habitación.

Yo supe que después de escucharlos abrí los ojos, y supe que los días y los años no habían pasado, que seguías a mi lado como el invierno pasado y como la vida anterior.

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