sábado, 2 de abril de 2011

II. Vigilia

Después de todo, permanecer despierta no es tan malo. Los sentidos están más desgastados que mientras se está dormido, la sangre fluye por todo el cuerpo sin lograr distraer al sueño y sin conseguir un despertar a la realidad.

Hay gente que piensa que no puede rescatarme de mí misma, de lo que soy y seré hasta el final de mis días.
Soy miedo, soy sangre y entrañas que duelen, que lastiman; también soy corazón, lógica y desesperación. Soy vida, soy ganas, soy suerte, soy delirio, soy lo que más odian pero también lo que más aman en el mundo. Soy una televisión descompuesta, un animal herido que le aulla a la noche, un bote a punto de naufragar, un estandarte después de la conquista, una bandera blanca de tregua en medio de la guerra y la destrucción.

El mundo es lo mismo que yo, es lo que fui.
Fui cenizas, fui una colilla de cigarro desechada, fui lo mejor y lo peor que les pudo pasar. Fui envidia y coraje, gula y lujuria; fui olvido y recuerdo, fui un eterno retorno, fui lo que soy y lo que no seré, fui dos manos tocándose, fui un beso frente al mundo desechado por el alma.

Hay gente que siente que no podría rescatarme completa, que cree poder rescatar mi cuerpo, pero no mi alma. Hay gente que, en medio de su rescate, planea hundir mi cuerpo en un mar de lodo porque sabe que, a pesar del tiempo, no he aprendido a nadar...


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Órale, a decir lo que se le venga a la mente