viernes, 15 de enero de 2010

Mi país de melancolías...

Hace tiempo que dejé de postear. No tengo ni la más mínima idea de cuándo o por qué lo hice; después de todo, mi idea de un blog no es escribirle mis secretos a mi diario, sino desahogar demonios que andan invadiendo mis sueños y pesadillas.

La lluvia, el frío, las pocas personas que salen a la desolación del clima, la televisión, los noticiarios, los terremotos... todo me hace pensar que estoy estancada en algo que ya viví y que pensé dejar atrás.

El nuevo año llegó a mi plagado de recuerdos lindos y perturbadores que llenaron mi mundo de nuevo. Y eso me hizo pensar que los recuerdos que llegan a mi vida no son solo míos, sino de todos los que me rodean, como si fueran tejiendose en un telar interminable de memorias apagadas que se unen para encender una serie luminosa.

La imagen de los "compañeros caídos en el cumplimiento de su deber" (muertos no solo se oye triste, sino además desolador); de los viejos amores enterrados entre fotografías, cartas y desilusiones; de las personas que se alejan y aún de las que se acercan...

Siempre supuse que la tristeza era igual y universal, pero he aprendido que padecerla es lo que cambia su esencia. Nadie podría igualar mi dolor, así como yo no podría siquiera imaginar lo que los demás padecen...

Esa es la verdadera melancolía, el verdadero sufrimiento por lo que fue, lo que es y lo que probablemente nunca podrá ser. Ese es el motivo de que esté escribiendo esta vez, aún sin tener idea de lo que en realidad estoy diciendo.